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El papel de los plaguicidas botánicos en el manejo integrado de plagas y enfermedades: hacia una agricultura sostenible

Luis Alberto Netro-Olvera, Carlos Velázquez-Ibarra, Jorge Zambrano-Gutiérrez (VIDRA)

La agricultura moderna enfrenta múltiples desafíos, entre ellos el cambio climático, el aumento de los costos de insumos, la degradación del suelo y la presencia constante de plagas y enfermedades. Según la FAO (2025), hasta un 40% del rendimiento agrícola puede perderse por factores bióticos. El uso indiscriminado de plaguicidas químicos ha contribuido a la resistencia de plagas, la contaminación ambiental y riesgos para la salud humana. En respuesta, ha tomado fuerza el concepto de Manejo Integrado de Plagas y Enfermedades (MIPE), una estrategia que combina múltiples herramientas para reducir el uso de agroquímicos y preservar los agroecosistemas. 

Una de las alternativas más prometedoras dentro del MIPE es el uso de plaguicidas botánicos. Estos productos, formulados a partir de extractos vegetales o metabolitos naturales, destacan por su biodegradabilidad, selectividad y seguridad para humanos y fauna benéfica. Compuestos como alcaloides, terpenos, taninos o saponinas alteran procesos vitales de insectos y hongos fitopatógenos, afectando su desarrollo, sistema nervioso, metabolismo o integridad celular. 

Entre los beneficios más relevantes de los plaguicidas botánicos destacan: 

  1. Reducción del impacto ambiental: son biodegradables y no dejan residuos nocivos. 
  1. Alta selectividad: atacan únicamente a plagas objetivo, preservando enemigos naturales y polinizadores. 
  1. Seguridad humana: presentan bajo riesgo toxicológico para trabajadores y consumidores. 
  1. Facilidad de aplicación: pueden usarse con equipo agrícola convencional. 
  1. Compatibilidad con otras estrategias: permiten sinergias con métodos biológicos, físicos o químicos. 
  1. Promoción de la sostenibilidad: contribuyen a una agricultura más resiliente y ecológica. 

Diversos extractos vegetales han demostrado eficacia, entre ellos neem, ajo, canela, menta, higuerilla y chicalote, cuyos metabolitos actúan sobre rutas metabólicas esenciales en plagas. También se han documentado especies con efecto fungicida, como el tomillo, clavo, orégano, sábila y árbol de té, los cuales dañan las estructuras celulares de los hongos o inducen mecanismos de defensa en las plantas. 

En este contexto, VIDRA ha desarrollado productos como KAUZAR®, eficaz contra insectos chupadores (pulgones, mosca blanca) con mecanismos múltiples de acción; HAKU®, específico para ácaros, con bajo impacto en enemigos naturales; BIOTANIC®, que emplea NDGA de gobernadora para controlar cenicillas; y ARDYAN®, formulado con piña y sábila, útil contra royas y pudriciones. 

En conclusión, los plaguicidas botánicos se perfilan como herramientas clave en el camino hacia una agricultura sostenible. Frente a las crecientes restricciones sobre plaguicidas sintéticos, su uso representa una alternativa eficaz, segura y responsable para mantener la productividad agrícola, proteger el ambiente y asegurar alimentos más saludables para las futuras generaciones. 

 

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