Reducción de carga química y futuro de la agricultura
Artículo por Diana Cota Ungson
En las últimas décadas, la agricultura ha dependido intensamente de productos químicos como fertilizantes, pesticidas y herbicidas para maximizar la producción de cultivos y garantizar la seguridad alimentaria global. Sin embargo, este enfoque ha generado efectos negativos significativos en el medio ambiente y la salud pública, incluyendo la contaminación de suelos y aguas, la pérdida de biodiversidad y el desarrollo de resistencia a plagas y patógenos. Estas consecuencias han evidenciado la necesidad urgente de reducir la carga química en la agricultura para asegurar un futuro más sostenible.
Reducir la carga química no implica necesariamente una disminución en la productividad agrícola. De hecho, la adopción de tecnologías y prácticas más sostenibles puede, en muchos casos, mantener o incluso aumentar la producción de cultivos. Entre estas prácticas destacan la agricultura de conservación, el manejo integrado de plagas (MIP) y la implementación de productos biorracionales como biopesticidas, biofertilizantes y bioestimulantes. Estos
productos están formulados para ofrecer un control eficaz de plagas y enfermedades, mejorar la salud del suelo y promover el crecimiento de las plantas, sin los impactos adversos asociados con los agroquímicos sintéticos.
Un enfoque prometedor en la agricultura sostenible es la integración de microorganismos beneficiosos con compuestos bioactivos derivados de plantas. Un ejemplo de esta sinergia es el uso de hongos entomopatógenos como Paecilomyces lilacinus para el control biológico de nematodos, combinado con extractos y aceites esenciales vegetales. Este hongo parasita los huevos y las etapas juveniles de los nematodos fitopatógenos, reduciendo significativamente la necesidad de nematicidas químicos. Además, productos biorracionales como los biofertilizantes y bioestimulantes basados en microorganismos beneficiosos desempeñan un papel crucial en el crecimiento de las plantas. Bacillus amyloliquefaciens, por ejemplo, facilita la absorción de nutrientes como fósforo y nitrógeno, y produce lipopéptidos que actúan como antibióticos y antifúngicos, además de inducir la resistencia sistémica en las
plantas.
De manera similar, bacterias como Leclercia adecarboxylata, Pseudomonas rhodesiae, Kosakonia oryzendophytica, Bacillus mojavensis, Bacillus tequilensis y Bacillus velezensis ofrecen soluciones naturales para la agricultura del futuro. Estas bacterias promueven el crecimiento de las plantas y reducen la necesidad de químicos mediante la producción de fitohormonas, enzimas, sideróforos y metabolitos secundarios que mejoran la absorción de nutrientes, la resistencia a patógenos y la adaptación al estrés ambiental. Su uso impulsa prácticas agrícolas más sostenibles, disminuyendo la dependencia de fertilizantes y pesticidas químicos.
De cara al futuro, es esencial que la agricultura evolucione hacia una mayor sostenibilidad, con la reducción de la carga química como una prioridad clave. La adopción de prácticas agrícolas regenerativas que restauren la salud del suelo y fomenten la biodiversidad, combinada con avances en biotecnología y el uso de microorganismos beneficiosos, ofrece una vía prometedora hacia un sistema agrícola productivo, sostenible y respetuoso con el medio ambiente. La incorporación de productos botánicos con propiedades insecticidas y fungicidas naturales refuerza estas estrategias biorracionales, consolidando un enfoque más ecológico en la gestión agrícola.
En conclusión, la transición hacia una agricultura más sostenible es tanto necesaria como viable. Adoptar tecnologías y prácticas respetuosas con el medio ambiente no solo puede mantener, sino también mejorar la productividad agrícola, al tiempo que se minimizan los efectos negativos del uso intensivo de productos químicos. Al integrar métodos que promuevan la salud del suelo, la biodiversidad y un manejo más sostenible de plagas y enfermedades, se puede enfrentar eficazmente los desafíos actuales de la agricultura, construyendo un sistema agrícola más resiliente y capaz de responder a las presiones ambientales y económicas del futuro.